martes, 30 de junio de 2009

De Bolívar a las izquierdas de hoy

Artículo hecho el 3 de mayo de 2009

En 1992, el coronel Hugo Chávez Frías es elegido presidente de Venezuela. Chávez va acompañado de un discurso antiimperialista, antioligárquico y nacionalista, amparado, según él, en los ideales del Libertador Simón Bolívar y su deseo de integración continental. La subida al poder de Chávez se convirtió en ese momento en una grieta en las relaciones de poder imperantes en América Latina, dominada por el neoliberalismo económico y político.Luego del triunfo de Chávez, América Latina da un vuelco hacia la izquierda, logrando que candidatos de esta tendencia lleguen al poder por la vía electoral. Brasil con Lula da Silva, Uruguay con Tabaré Vázquez, Bolivia con Evo Morales, Argentina con Néstor Kirchner, Rafael Correa en Ecuador.

Hasta entonces, la izquierda latinoamericana había soñado por todos los medios, incluso la vía armada, llegar al poder, sin conseguirlo. El deseo se convirtió en realidad. Pero hay interrogantes: ¿Existe una sola izquierda? ¿Y si no, cuáles son sus diferencias? ¿Los gobiernos elegidos pueden ser ubicados dentro de esa corriente ideológica? ¿Cual es el comportamiento de EE.UU. frente a esta nueva relación de poder?.

Estas preguntas no tienen una sino varias respuestas, las cuales trata de dilucidar el periodista y analista político Marc Saint-Upéry, en su libro El sueño de Bolívar o el desafío de las izquierdas sudamericanas. Colaborador de publicaciones como Metapolítica, Íconos, Le Monde Diplomatique, y otras, Saint-Upéry se ha destacado por sus análisis de la realidad latinoamericana y en esta obra investiga profundamente sobre el momento coyuntural que pasa la izquierda en algunos países de América del Sur.

Hay un capítulo dedicado al gobierno de Chávez, en el que se narra cómo se ha desarrollado el proceso de la revolución bolivariana y la construcción de una organización política que responda a las necesidades de su proyecto político, y como lo ven sus opositores, muchos de ellos militantes históricos de la izquierda venezolana de los años sesenta; las críticas sobre su autoritarismo y el manejo económico de tipo populista que han polarizado al país.

En el caso de Brasil se destacan logros económicos y sociales del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y la aceptación popular que tiene, pero menciona las diversas opiniones que dentro de la izquierda brasileña se tiene de ese gobierno, en el que se ve una continuidad con la administración socialdemócrata de Fernado Cardoso; lo que el autor pone en duda por las diferentes estructuras sociales de ambos partidos políticos. Concluye que el camino que Brasil y su Presidente tienen para implementar una distribución de la riqueza equitativa es largo.

Es un libro que con una narración clara y concisa repasa la trayectoria de la izquierda en los últimos 20 años, su resurgimiento y la manera cómo se enfrenta al problema étnico en países como Ecuador, Bolivia, Perú y Brasil. Problema que no es actual, que se remonta a la década de los 20, cuando la izquierda marxista ortodoxa manejada por los partidos comunistas discutía sobre el papel de las masas indígenas, campesinas y negras en el proceso de la revolución socialista. El autor estudia el papel que han tenido las organizaciones indígenas y étnicas en su lucha por lograr representatividad en una sociedad excluyente y que ve a lo diferente como una amenaza.

Otro aspecto interesante del texto es el análisis de la situación de EE.UU. y su relación política en una región en donde su influencia quedó debilitada después del mandato de George W. Bush y su doctrina de lucha contra el terrorismo. Situación que se complicará aún más por la presencia de potencias alternativas como China y la India que buscan nuevos mercados de inversión.

Además, está la dinámica competencia entre los países más desarrollados del área como Brasil de Lula y Venezuela de Chávez, que buscan convertirse en el modelo rector de un proceso de integración económico y político que haga resurgir el sueño integracionista de Bolívar. Saint-Upéry compara el proyecto de los dos mandatarios y aporta elementos, como que las supuestas diferencias irreconciliables sobre su forma de ver el proceso de integración sudamericana no son reales y que más bien son cuestiones de estilo. Para el autor la clave válida para la integración sudamericana es la voluntad política de los gobiernos del área y buscar fórmulas de consenso para coordinar y unificar los organismos económicos de la región como el Mercosur y la Comunidad Andina.

Las conclusiones de la obra son que el cambio de época va acompañado de desafíos, y de peligros como la inestabilidad económica de un capitalismo en crisis, y problemas del cambio climático, muy distintos a los concebidos en estudios clásicos de la tendencia. Dificultades que la izquierda deberá aprender a sortear con creatividad, con la profundización de una democracia participativa, alejándose de discursos anacrónicos y sectarios.

El estudio solo se circunscribe a Venezuela, Brasil, Perú, Ecuador y Bolivia. No analiza la situación de países de América Central, pero el autor se disculpa por ello por considerar que esto sobrepasaba la intención de la obra y que en el momento de su escritura solo Nicaragua tenía un gobierno de esa ideología, además de motivos personales y financieros, lo que quedaría como asignatura pendiente. El libro de Saint-Upéry es una invitación para bucear en los interiores de una corriente política que tiene parecido con la esfinge de las mitologías griegas: una imagen de la que no sabemos o ignoramos cómo piensa o cómo actuará.

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